cheap classic pack cost online

En qué cambió la crianza de hoy en comparación a la de ayer?- Entrevista a Rosa Jové- Segunda Parte

Comparto la segunda parte de la entrevista realizada a Rosa Jové, licenciada en Psicología, Historia, Geografía y está especializada en psicología clínica infantil y juvenil, en psicopedagogía y antropología de la crianza. Es especialmente conocida por su libro “Dormir sin lágrimas” y por sus artículos sobre crianza respetuosa:

¿Estamos aprendiendo? ¿Cómo ves la crianza una generación más adelante?

Creo que vamos por el buen camino. Llegó un momento, en los años noventa, que tocamos fondo, pero ahora volvemos a remontar. Las tasas de lactancia están aumentando año tras año. Esto es un hecho significativo.

¿Qué se le dice, por ejemplo, a una madre que cree que dar el pecho todo el día es malo, no ya para el bebé, sino para la propia madre?

Que está equivocada. Debería tener un buen pediatra que le dijera que lo de las tres horas pasó a la historia hace años… Pero, claro, si el pediatra le
sigue diciendo lo de las tres horas, la pobre mujer se va a desesperar. Yo llevaba a mis hijos todo el día en la mochila: el niño podía mamar cuando quería, pero no se veía ni el bebé ni el pecho. Aquí no se ven muchos portabebés.
En las ciudades cada vez se ven más, por un simple motivo de comodidad porque, si vas en subte o en colectivo, con el cochecito no podés. En la ciudad te tienes que espabilar sola y, si usas una bandolera, vas mucho más cómoda porque no ocupa espacio y te deja las dos manos libres. Por eso mucha gente la usa aunque no tenga este estilo de crianza.

¿Qué nos pasa con la comida, que nos da tantos problemas? Ponemos normas a los niños y, después, cuando son adolescentes, tienen trastornos de alimentación, obesidad, etc. ¿No tendrá algo que ver?

Claro que sí. Yo siempre digo que, mientras las gente siga criando de esta forma, a mi no me va a faltar el trabajo. De mis pacientes, puedo decir que,
los que traen a los niños cuando son pequeños, un alto porcentaje tiene un estilo de crianza más respetuosa con el niño: los traen en bandoleras, quieren que duerma sin dejarlo llorar, hacen consultas sobre lactancia, etc. Pero los que los traen cuando son adolescentes, son precisamente los otros.

¿Podemos hablar de niños ferberizados, estivillizados y compañía? ¿Qué pasa con estos niños cuando crecen?

Según los estudios, hay aproximadamente un 20% de niños que no tendrán ningún trauma porque se les haya aplicado este tipo de método. Y un 80% que sí.
Ése 20% existe. Lo que nosotros hemos podido demostrar es que va en función de la edad. Estivill dice que el método no ha de aplicarse antes de los 7 meses de edad ni después de los cinco años. Cuanto más pequeño es el niño, más posibilidades tiene de traumatizarse. En cambio, si coges a un niño de cinco años y le dices que tiene que quedarse sólo en la habitación y dormirse, el niño llorará pero no pasará miedo. Sin miedo, no se desencadena el mecanismo neuronal que haría que se traumatizara. Por eso, este tipo de métodos indica que, después de los cinco años, no funciona. Y no funciona porque el niño ya no tiene miedo. Seguro que no le gusta estar sólo en la habitación, pero es posible que no le de miedo. Es como si intentaras aplicarle el método a un adolescente.
No funcionaría, porque no tendría miedo. Otro factor determinante de futuras secuelas, además de la edad (relacionada con el miedo), es el pack que lo
acompaña. Normalmente, la gente que compra este tipo de libros, también compra otros con títulos como “Espera”, “Aguantate”, “No lo toques, no lo abraces”,
“Llévalo a la guardería a los 4 meses”, etc. Por eso, cuando llegan a consulta, no es que tengamos que desmontar el método Estivill, es que tenemos que desmontar el pack entero. En cambio, hay madres que han aplicado el método pero que han tratado al niño con respeto y con amor. Por tanto, ¿el método Estivill tiene secuelas? Sí. ¿Siempre? No. Y la gradación va en función de la edad de aplicación y del pack que lo acompaña. Creo que es importante realizar esta puntualización.

Si hemos aplicado el método Estivill y nos arrepentimos, ¿cómo podemos llevarnos al niño a la cama familiar?

Pues llevándolo.

Pero, si ahora duerme sólo, ¿cómo sabemos si está durmiendo bien o si está traumatizado?

Si se ha hecho y ha funcionado, hay que observar al niño cuando va a acostarse. Si el niño está contento y tranquilo –y eso ningún profesional lo puede ver mejor que una madre- entonces es que duerme bien y será suficiente con “compensarlo” durante el día con mucho amor y dedicación. Ahora bien, si ese niño, cuando llega la hora de acostarse, empieza a estar inquieto, a sentirse mal, etc, entonces es que no duerme bien. Si no funciona, cambia. Llévatelo a la cama familiar.

Hablemos de la tele. Parece que hay una especie de movimiento anti-tele…

Yo estoy en contra de ese movimiento contra la tele, las máquinas y las pantallas. Yo paso ocho horas al día delante de una computadora, ¿y qué? La tele,la computadora, la Play, etc no son malos en si mismos. Lo que puede ser perjudicial son los juegos que hay dentro, el contenido. Jugar a un Brain Training o a un juego para aprender inglés me parece perfecto. En cambio, jugar a matar ancianas o a atropellarlas con un coche, eso ya no me parece bien. Lo malo no es la tecnología, sino el uso que hacemos de ella. Hay que buscarles juegos adecuados y estar con ellos. Acompañarles, ver qué hacen, a qué juegan, qué se descargan por internet, etc.
Ahora, en el sistema educativo se quiere poner una computadora para cada niño, por lo que estarán seis horas diarias delante de la pantalla. Y ahora hay madres que se quejan porque están tres horas jugando a la Play o viendo la tele. Hay que tener en cuenta que un niño “enganchado” debe ser, necesariamente, mayor de 5 o 6 años. Antes no se enganchan. Quizás algunos dibujos les llamen mucho la atención, pero ningún niño de menos de 5 años pasaría cuatro horas seguidas viendo a Pocoyó. En cuanto a los niños de 5 años en adelante, hay que tener varias cosas en cuenta: si va al cole, más o menos de 9 a 5 no estará delante de la tele. Si llega a casa, merienda y hace los deberes, antes de las 6 o las 7 tampoco verá la tele. Si además, es hijo único, no tiene hermanos con los que jugar y tampoco puede bajar al parque porque vive en una ciudad, ¿qué podemos pretender que haga? Pues mirará la tele o jugará a las maquinitas durante tres horas porque es el tiempo que tiene disponible. Además, muchas veces la madre ve más horas la tele que el niño y no considera que ella esté enganchada. Para mí, un niño enganchado es aquel que deja de hacer otras cosas por estar delante de la pantalla; que no va con sus amigos cuando éstos van a buscarlo, que dice que no a cualquier plan que se le proponga. Y de ésos, todavía no he visto a ninguno. Otra cosa es que le propongas ir a casa de la abuela y te diga que no, pero eso quizás sea porque la computadora es más bonita y agradable que la casa de la abuela. Pero si le ofreces algo bueno y dice que sí, entonces no está enganchado. Si se está aburriendo y no tiene nada mejor que hacer, entonces las máquinas y las pantallas me parecen bien,
siempre que los contenidos sean adecuados y no deje de hacer otras cosas. Obviamente, entre hacer deberes y jugar a la Play, elegirá la Play.

Decías que hay que darles a los niños modelos, valores y normas. ¿No sería más adecuado sustituir las normas por principios? Es decir, en vez de poner
una norma que diga que cada día comemos una pieza de fruta, usar el principio de que comemos alimentos saludables para mantener nuestra salud, por ejemplo.

Los principios los incluyo en los valores. Por ejemplo, la honradez es un principio o valor. Cuando hablo de normas, me refiero a la convivencia. Es decir, los niños han de ir atados en el coche porque sino, nos parará la policía. Esto es una norma y le tenemos que explicar al niño que no la hemos
puesto porque sí, sino que es una norma social. Las normas son aquellas sobre las que no tienes elección y, por eso, se las tienes que explicar. Aparte,
hay otra serie de normas que funcionan en casa. Por ejemplo, en mi casa, ni se grita ni se insulta. Es una norma de convivencia.
Claro, ésta es una norma que se fundamenta en un valor o en un principio, pero luego hay otras normas que muchas familias establecen arbitrariamente, como que sólo se comen golosinas los sábados, por ejemplo. ¿Cómo puede un niño de tres años distinguir un sábado de un miércoles? ¿Cómo va a comprender que un día puede y otro no?
Las familias tienen derecho a establecer este tipo de normas, pero deben ponerlas a partir de los dos años de edad. Con un niño más pequeño, sencillamente,lo que no quieras que haga, intenta que no lo vea. Si no quieres que juegue con cuchillos, no los dejes a la vista. Si no quieres que coma golosinas, no se las pongas delante. Si no quieres que rompa la vajilla de cristal, tenla guardada donde no la vea. A partir de los dos años, como tienen más capacidad de razonamiento y de lenguaje, se lo puedes explicar. Cada cosa a su tiempo. Por ejemplo, mis hijos entienden que las «figuritas» sólo se compran el día que vamos al quiosco, que es el domingo, porque los otros días no gastamos el dinero en figuritas. Detrás de esta norma tenemos el principio de aprender a administrar el dinero.

Háblame de los castigos y las consecuencias.

¿Castigos? A mí no me gusta castigar a nadie. Yo no castigo a mis secretarias, ni a mi marido, ni a mi hermana. No castigo a nadie, ¿por qué iba a castigar a mis hijos? Entiendo que si un niño tira las cáscaras de las pipas al suelo, se las hagas recoger, porque es la consecuencia natural: si ensuciamos, limpiamos. Eso no es un castigo.

¿Se aprende a distinguir las consecuencias de los castigos?

En ese momento, pienso que pasaría si eso pasara con mi marido. ¿Sería un comportamiento aceptable?

Por último (por falta de tiempo, que no de ganas) recomiéndanos tres libros de crianza que no sean tuyos.

Todos los de Carlos González; éstos, los primeros. Elegí cualquiera de ellos, que todos son buenos.
Me gustaría recomendar alguno de lactancia materna por la importancia del tema, porque creo que es bueno que la gente empiece a hacerlo. Hay un libro de la Asociación Española de Pediatría, el Manual nº 5, que es un monográfico sobre lactancia materna. También el de «Cómo hablar para que los hijos escuchen y cómo escuchar para que los hijos hablen», de Adele Faber y Elaine Mazlish.
Y, aparte, en mi libro Crianza Feliz hay libros recomendados en cada capítulo y todos están muy bien.

Fuente: www.tiflobebe.net. Entrevista realizada por Laura Mascaró Rotger, abogada, autora del libro Educación y Libertad, y del blog Tarkus Kids. Adaptación soymultimama.com

photo credit: Micah Taylor via photopin cc


Compartir:

Etiquetas: ,

Categorías: Psicología


Dejá tu comentario

Nuestra Fan Page en Facebook!

Archivo